Hablando con el dramaturgo puertorriqueño Pedro Rodiz, le preguntamos: ¿cuáles son los errores más comunes que cometen los dramaturgos y dramaturgas principiantes? Inicialmente, pensamos que nos hablaría sobre técnicas que tienden por fracasar o clichés a los que se tienden por acudir, pero Pedro Rodiz nos sorprendió con algo más profundo en la actitud del principiante: El desánimo.
1. “No me sale, no sé qué hacer”
El problema principal que he visto con los los dramaturgos y dramaturgas principiantes es el desanimarse. Llegan a concluir muy rápido: “no me sale”, “no sé que hacer” sin darse la oportunidad de tratarlo. Nadie puede escribir pensando que no tienes talento. Es como montarte en una bicicleta pensando que nunca te vas a caer.
He escuchado tantas veces: “No sé qué escribir” “No sé de qué hablar”, “No tengo historias que contar”. ¡Pero luego te sientas a hablar con ellos y te cuentan historias interesantísimas! ¡Habla de eso! ¡Habla de tus viejos!
Todo el mundo puede contar historias. Constantemente estamos contando historias. Pero tenemos que quitarnos la presión de que vamos a ser perfectos, y sentarnos a escribir.
2. Pensar en el medio correcto.
Por otra parte, a lo mejor tus dudas tienen una fuente válida. A lo mejor no estás aprovechando el medio correcto para contar tus historias. He intentado tantas veces escribir cuentos y no me sale. Lo mejor que me salen de los cuentos son los diálogos y las historias en primera persona porque es como escribir un monólogo.
A lo mejor eres una persona que dibujas y puedes escribir una novela gráfica.
Si tu lenguaje lo encuentras muy poético, pues escribe poesía.
¡A lo mejor encuentras tus historias muy breves e intensas, pues escribe cuentos!
3. Escribe las historias que quieres contar
Nunca escribas pensando en lo que le va a gustar al otro o para ganar mucho dinero porque vas a escribir una porquería. Claro, todos queremos que a la gente le guste lo que estamos escribiendo, pero cuando esa es nuestra prioridad, vamos a escribir una historia superficial. Escribe la historia que quieres contar, escribe lo que te guste.
Y no escribas pensando que esta es la obra que va a revolucionar el mundo. Mira, si termina una obra así de brutal, ¡GENIAL! pero esa presión va a jugar en tu contra. Hay que escribir dando de lo que tenemos y lo que tenemos son las historias que queremos contar y que tú sientas que se tienen que contar.
Porque si no la cuentas, nadie la va a contar.
Esta conversación nos llevó a preguntarle lo siguiente:
Si viajaras al pasado y le pudieras dar un consejo a ti mismo cuando eras un principiante, ¿qué te dirías?
Hubiese escrito más.
Sin preocuparme tanto por el trabajo y por lo que voy a comer. La comida siempre llega.
Me hubiese arriesgado a montar más teatro.
Cuando me gradué, pensé que no hubiese podido vivir del teatro, pero luego de pasar el tiempo, ahora a los 49 me digo: ¡claro que pude haber vivido del teatro!
¡Si hubiese aprovechado el tiempo, hubiese escrito más teatro!
¡Lo importante no es dónde estrenas, lo importante es estrenar! ¡Donde sea!
Por eso escribo obras de dos personajes, porque llamo a dos actores amigos y les digo: “¿lo hacemos?” y ellos que son más locos que yo me dicen: “dale”. Y pasamos el sombrero y nos lo dividimos.
Tengo amigos que casi no estrenan porque se preocupan y se dicen “no he podido estrenar porque no encuentro el dinero” y pienso: ¡ESTRENA Y ARRIÉSGATE!
A los dramaturgos y dramaturgas que se cansan: no importa. Toma un descanso y sigue.
Hay que hacer. “Una mala obra es la que no se hace” suele decir el dramaturgo Carlos Vega y yo lo suscribo. El oficio se aprende haciendo.
El dramaturgo tiene que escribir y tiene que montar porque tiene la materia prima. Y los actores se motivan, son generosos, te resuelven y suele detectar fallas dramáticas, y te ayudan a arreglar los cabos sueltos de la obra que habías pasado por alto.
El teatrero tiene la inmediatez a su favor. Puedo escribir la obra hoy, mañana tengo los actores y el mes próximo la tengo montada en una barra, un teatro, una azotea…
En este momento histórico, hay que hacer y hay que hacer más que nunca.
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